CARGADOR DISTINGUIDO 2011
HERMANDAD DE
JUAN GROSSO ARAGÓN
Alberto Salas Sánchez
Zaragoza
Reverendo Padre Director Espiritual de
Cuando alguna Hermandad, un cofrade o amigo me solicita que colabore en algún acto o en cualquier otro tipo de iniciativa, lo primero que hago es calcular mentalmente mis posibilidades de salir airoso del asunto que se trate, y si es así, suelo contestar afirmativamente. Cuando Juan Grosso me pidió que lo presentara con motivo de haber sido elegido “Cargador distinguido
Corría la primavera del año 1970 cuando, en un azul y luminoso Domingo de Ramos, Juan Grosso amarró por primera vez su almohada de cargador en un Paso, en el último palo del Cristo del Medinaceli. Su padre, que había formado parte de la cuadrilla del viejo capataz Tinoco Mera, por esos años ya se había retirado y dejado el oficio, pero debió llenarle de satisfacción y orgullo comprobar como su hijo Juan continuaba con la tradición familiar. Y esa primera vez debió de gustarle de tal forma, debió de entusiasmarlo con tanta fuerza, que durante muchos años siguió yendo debajo de los Pasos, hasta alcanzar el año 1997 en que se despidió definitivamente como cargador. Veintisiete años. Veintisiete Semanas Santas de entrega continuada bajo las andas.
Cuando Juan Grosso entra a formar parte de la cuadrilla del capataz Nicolás Carrillo lo hace de la mejor manera posible, de la mano de un hijo de dicho capataz: Paquito, recientemente fallecido tras larga enfermedad. Y es Paco Carrillo Tinoco, hijo y nieto de capataces, persona sencilla y de gran corazón, que no buscó jamás ningún tipo de protagonismo, el que guía a Juan en estos primeros pasos del inicialmente desconocido mundo de los cargadores.
Y lo lleva a la calle
Juan Grosso.… al Medinaceli, Juan Grosso… al Ecce-Homo, Juan Grosso… a
Juan continúa cargando durante unos años que podríamos definir de absoluta y total calma en el seno de las cuadrillas tradicionales de la época, pero de repente se desencadenan tiempos de turbulencias y complicaciones. Nos remontamos treinta años atrás, a la década de 1980 en la que se produce un hecho que va a remover los cimientos de la carga. Son años de cambios y zozobras para la existencia de unas cuadrillas tradicionales que habían mantenido su idiosincrasia y forma de ser, actuando sin variación durante décadas, manteniendo el devenir de la tradición desde tiempos inmemoriales. Se escucha, se comenta, se rumorea por los mentideros cofrades que algunas hermandades piensan romper con lo antiguo. Con las cuadrillas tradicionales. Las cofradías de
Esta decisión tomada por algunas cofradías, y sobre todo, muy especialmente por
Juan Grosso en ese momento crucial tiene su alma y su corazón partido en dos. Se trata de una decisión dura pero hay que tomarla. No quiere perder la oportunidad y el privilegio de seguir cargando al Señor de
Es el tiempo de los hombres valientes. Y la devoción que Juan Grosso siente por su Cristo del Nazareno lo lleva a embarcarse en esta nueva empresa. La decisión es difícil y dura pero la toma. Atrás van a quedarse muchos sentimientos, compañeros de palo, amistades… La confianza forjada durante años con su capataz tradicional se quiebra, aparecen enemistades con algunos cargadores con los que antaño compartiera trabajo y fatigas. Pero la decisión está tomada en firme y comienza la nueva aventura. Cuarenta y ocho cargadores de la cuadrilla de Nicolás Carrillo, entre ellos Juan Grosso, deciden integrarse en la cuadrilla de nueva creación de Hermanos del Nazareno, aunque al final, únicamente treinta y nueve de ellos salen bajo las moradas caídas en ese primer año.
Después de estar varios años formando parte de la cuadrilla de Hermanos del Nazareno, Juan es elegido en Asamblea de cargadores como capataz, siendo designado para dirigir a
Me imagino la emoción de Juan en esa noche del Jueves Santo, en la que recibe su bautizo nada menos que como capataz de
la llevan los cargadores
tras la larga madrugada.
Debajo luchan los hombres
tirando el paso a las bandas
moviendo el morado palio
con el compás de las marchas,
los varales cimbreándose,
bordándole filigranas
para alegrar a
tras una noche estrellada.
ya va entrando en su templo
tras la larga madrugada.
Ya
¡capataz que no se vaya!,
que el corazón se me encoge
entristeciéndome el alma.
Y cuando su paso palio
la oscura puerta traspasa
nos quedamos ya huérfanos
sin saetas ni palabras,
hasta que en el próximo año,
si Dios lo quiere y lo manda,
si Dios desea que viva
la nueva Semana Santa,
te saquen tus cargadores
despacito ¡ole! y a las bandas
y el alegre tintineo
de tus varales de plata,
marquen de nuevo el compás
a la carga más preciada.
Ya
¡capataz que no se vaya!,
que el corazón se me encoge
¡capataz que no se vaya!
Aquí no acaba su capatacía, pues posteriormente Juan entra a formar parte de la cuadrilla de Hermanos de Columna, siendo elegido capataz entre los años 1.997 y 1.999, y acompañado en su función por Manuel Sánchez Polanco.
Al merecido reconocimiento que hoy damos a nuestro amigo Juan, como fruto de su experiencia de cargador y de su buen hacer como capataz, habría que añadirle una tercera faceta relacionada con
Juan a lo largo de muchos años bajo los Pasos ha escuchado numerosas saetas y de ahí le viene el conocimiento. Porque nuestra Semana Santa, las procesiones donde plásticamente se refleja
Desde el mismo instante en que se abren las puertas del Colegio de
Pero el amor de nuestro amigo Juan por
Capitaneada esta cuadrilla por Juan Grosso inició su andadura en el año 2.001, manteniendo el estilo tradicional de carga que aprendió inicialmente como cargador de la cuadrilla de Nicolás Carrillo y que fue desarrollando en su larga trayectoria en las cuadrillas de hermanos a las que perteneció tanto como cargador y capataz.
Un día escribí en la prensa sobre Juan Grosso y su cuadrilla, y los definí como Embajadores. Los grandes Embajadores del estilo de carga isleño en otro rincón marinero de la geografía gaditana cuál es Barbate. Allí Juan Grosso con la inestimable y eficaz ayuda de su amigo y capataz Francisco Vidal Muñoz, Paco Vidal, han ido ganándose a pulso, levantá tras levantá, poquito a poco y a las bandas, el corazón, el cariño y el afecto de las cofradías y del pueblo de Barbate desde que ahora hace diez años cargaran por primera vez
Poco a poco, trepá a trepá, Juan ha ido demostrando su buen hacer, la forma tan excelente que tiene de llevar a Cristos y Vírgenes, el amor y esfuerzo que pone en la tarea, y eso ha permitido que sea apreciado allí por todos los barbateños, siendo buena prueba de lo que cito el gran número de cofradías que a lo largo de estos años han depositado en los hombros de estos isleños lo más preciado para ellos, lo que más quieren,… a sus Titulares.
Todo empezó una tarde de martes santo sacando un solo Paso y hasta seis llegó a llevar en una Semana Santa:
Y en lo personal me consta el cariño que le tienen a Juan los barbateños, pues tuve el honor de ser testigo en la presentación que hizo del Cartel de
Actualmente sigue yendo cada martes santo a sacar
Y para no alargarme más quiero enfatizar la trayectoria del cargador distinguido de este año haciendo un breve recorrido, un resumen de lo que ha sido su vida alrededor de los Pasos y de nuestra Semana Santa durante esos veintisiete años de dedicación: desde que Juan se iniciara en la cuadrilla de Nicolás Carrillo, pasando por las vivencias de la desaparición de los cargadores tradicionales, y su entrada en las cuadrillas de hermanos. Y para ello quiero tomar como eje central de su trayectoria a su querido Cristo del Nazareno al que llevó tantas y tantas madrugadas:
Cargador del Nazareno,
del Nazareno de mi alma,
cada nueva primavera,
cada cuaresma que pasa
deseo cargarte en mis hombros,
regreso con nuevas ganas
a llevarte con mi esfuerzo,
y que reines en tus andas,
pasearte por
en alegre levantada.
Nicolás Carrillo al frente
capataz de buena fama,
dirigiendo a hombres curtidos
bajo esas pesadas andas.
Entre ellos carga Juan Grosso
de lealtad comprobada,
con humildad, en silencio,
que solo trabaja y calla,
escuchando las órdenes
del que por afuera manda.
Se fueron los cargadores
que los Carrillo llevaran,
tiempos tristes y de luto
después de una vida larga.
Se acabaron las cuadrillas
que Tinoco Mera creara,
terminaron los esfuerzos,
se quedaron sin palabras
aquellos a los que antaño
tanto y tanto se alabara.
Nadie tus logros recuerda,
nadie canta las hazañas
de “cargadores de la isla”,
“marineros de la mar”,
tan solo quedan los ecos
del viejo poeta al recitar.
Se fueron los cargadores
que los Carrillo llevaran,
quedaron solo las sombras
de una historia ya pasada.
Y llegaron los Hermanos,
valientes, la frente muy alta,
Juan Grosso de los primeros
ha amarrado su almohada.
Hermanos del Nazareno,
del Nazareno de mi alma,
me metí bajo tus palos
luchando en nueva batalla,
con poderío fui andando
meciendo el Paso a las bandas,
cargándote por derecho,
rodeado de gente brava.
Por abajo en la bodega
hombres con oficio y maña:
el Milupa, Pepe Vela
Polanco, Manolo Ocaña,
Mariano, Paco Calzones,
y Pepe el Capi, el Caballa.
Cargadores de solera
gente buena donde la halla,
que saben tu gran entrega
de compañero de carga.
¡Que nunca fallastes Juan!
Que con ilusión y ganas
siempre fuistes el primero
cargando a tu Nazareno
en las largas madrugadas.
¡Que nunca fallastes Juan!
Que en noches ya pasadas,
rendistes toda tu vida
y el Nazareno no olvida
que siempre distes la talla.
Un abrazo y muchas gracias.
Alberto Salas Sánchez Zaragoza